¡Basta ya!
Ahí va una “sencilla” pregunta. ¿Qué es un perro doméstico dominante?. Llevamos décadas educando a nuestros perros
basándonos en la creencia de que es necesario “dominar” al animal para que no
lo haga él con nosotros. Empecemos por el principio.
Desde hace 40 años está grabada a fuego en nuestra conciencia la errónea
creencia de que, como el lobo vive en manadas, en una sociedad jerarquizada (autoritaria) con un macho Alfa dominante,
nuestro perro, al descender del lobo, tiene el mismo comportamiento y va a
querer dominar a su manada
humana. El hombre relaciona el concepto dominancia
con agresión. Por lo tanto para que el
perro no nos domine (agreda) tenemos que ser nosotros quienes dominemos (agredamos) al perro. ¡Vaya!. Definición de dominancia en lobos
por el etólogo danés Roger Abrantes:
Es “un instinto básico de supervivencia enfocado en la necesidad de
eliminar la competencia de otro macho a través de comportamientos ritualizados”.
El objetivo de estos rituales es ganar el derecho de copular con las hembras.
Es decir, entre miembros de la misma especie. ¡Y ya está!.
¡No hay violencia!.
Estos rituales garantizan la integridad física de los machos aspirantes a Alfa,
o lo que es lo mismo, que aspiran a poder procrear. Ahora bien, teniendo esto
claro, si trasladamos el comportamiento de los lobos a nuestros perros
domésticos como se viene haciendo desde hace muchos años (lo cual es un error
monumental), ¿Qué necesidad tedría nuestra mascota de ser dominante con
nosotros?. Que yo sepa nuestro perro doméstico no puede procrear con nosotros
¿no?. En la naturaleza, los machos dominantes, según la definición aquí
expuesta, son necesarios debido al instinto de supervivencia (reproducirse) así como para poder mantener
las manadas, familias o grupos unidos. Nuestro perro tiene garantizada su supervivencia y seguridad y controlamos su reproducción (esterilización), mientras que por otro lado no tiene que mantener unida ninguna manada. Las manadas son grupos sociales de una misma especie animal. Yo quiero mucho a mi perra Nuka, pero yo soy un humano y ella un perro. “No somos una manada”. Sé que jamás me va a querer dominar ni aspira a estar por encima de mí. Sabe que es un perro, sabe que yo no lo soy, no me ve como miembro de su manada sino como a alguien que le da todo lo que necesita. Con este razonamiento, deberíamos olvidarnos por completo de la palabra dominante y dejar de educar a nuestros perros como si fueran tan retorcidos como los humanos. Lo que sí es cierto es que, quienes vivimos con un perro en casa, tenemos que tener muy claro que el animal se comportará con nosotros según le enseñemos nuestras normas personales de convivencia, mientras que con otros perros lo harán a su manera. Al menos deberíamos darles la oportunidad de poder relacionarse entre ellos mediante su lenguaje, pulido este durante miles de años y que todos ellos entienden.
Dejemos ya de tratar a nuestro mejor amigo como a nuestro peor enemigo y simplemente permitámosle adaptarse a nosotros viéndolo como lo que es, un excepcional animal con sentimientos y emociones al que le ha tocado vivir con nosotros. Salvando las distancias, eduquémosle como educa un padre a un hijo. Lo podemos hacer como se ha hecho durante tanto tiempo o podemos abrir nuestra mente y tratarlo con el respeto que cualquier ser vivo se merece. Amor, amor y un poco más de amor.
Precioso y verdadero escrito
ResponderEliminarGracias por tu comentario. Es realmente importante que cambiemos la manera de ver a nuestros perros
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